miércoles, 16 de junio de 2010

El retrato


“A veces, como en las fotos, los paisajes cambian a pesar de permanecer continuamente iguales. Las imágenes de las fotos, al igual que la luz del cielo o el color de las copas de los árboles, el chillido de las golondrinas al atardecer, cambian según quien las mire o según el momento en el que las miras. Un rostro hierático que a veces parece vigilante y otras, alegre o triste y muchas otras, melancólico. Parecen miradas vivas, de miedo y angustia por no poder salir del encuadre, del marco, de la pared del dormitorio o de la casa. Otras parecen mirar con melancolía el pasado, recordando el inexistente recuerdo de aquel presente donde se hicieron papel hasta una eternidad efímera, como conociendo que el momento que buscan inmortalizar siempre será mejor que el futuro. Saben siempre, y por esto las miradas son tristes, que nunca se logrará la felicidad plena porque el pasado entierra lo pésimo y exagera lo óptimo, haciendo mejores los buenos momentos pasados que los presentes y futuros. Y muchas parecen reír llorando, reír con la mirada triste, y muchas de ellas conocen la insatisfacción del presente que les impide el gozo total y el velo del pasado que confunde a la memoria dulcificando la verdad… Nunca seremos realmente felices… Siempre añoraremos la infancia…Siempre melancolía del pasado… Siempre miradas tristes de los rostros presos de la perpetuidad del papel… Siempre miradas tristes… Siempre…”

1 comentario:

  1. Me gusta mucho el argumento de este relato, aunque pienso que no siempre se añora la infancia, no siempre el pasado es mejor que el futuro y si se logra la felicidad, es momentanea como todo...nada permanece eterno y en eso esta el encanto.

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