jueves, 6 de mayo de 2010

El metro (capítulo III)



"Próxima estación y fin de trayecto: Calle Revelación" dijo la voz metálica...

Hace 20 años mi hermana mayor tenia dieciseis años, yo solo contaba con la mitad, lo cual en esas edades parecía una eternidad. Era mi hermana mayor, mi guía, el faro que alumbraba las rocas para que el casco de mi barco no encallara. Beatriz parecía ya una mujer siendo tan solo una niña. Sus ojos eran azules, su cuerpo frágil pero vigoroso y su melena un manto azabache de rizos interminables que siempre descansaban sobre su piel blanca, luminosa. Los niños, hombres y abuelos se fijaban en su belleza hipnotizados por la naturalidad de sus movimientos; sus caderas bailaban al son de sus rizos, sus pequeños pechos temblaban con el paso firme de su juventud. La ingenuidad de sus gestos hacían volar la imaginación de los hombres, la picardía de su mirada envalentonaba a los cobardes. Cualquiera deseaba amarla; yo la amaba. Su sonrisa, clara, nítida se quedó grabada en mi mente para siempre y nunca dejaría de existir mientras yo la recordara.
Cuando la encontraron su piel hinchada le deformaba el rostro haciéndola prácticamente irreconocible. Recordaba de forma fotográfica el reloj que mi madre le había regalado, el anillo que un novio de instituto puso en su dedo, el vestido nuevo que un día trajo a casa, los pendientes que nuestra abuela lució durante años y que un día dejaron de ser suyos... Recordaba todo lo que rodeaba el cuerpo, recordaba el fango que ensuciaba su pelo, recordaba gaviotas revoloteando en el cielo, nerviosas; recordaba el llanto de mi madre, ahogado, sin apenas fuerza para poder gritar, recordaba el nudo que se formó en mi garganta; recordaba una mano muerta, sin vida, descansando sobre el regazo, descansando sobre el vestido nuevo, descansando tras el esfuerzo a punto de despertar, de agarrar mi pelo, de acariciar mi cabeza. Nunca esa mano volvió a tocarme, nunca sus ojos llenos de cielo volvieron a verme, nunca mi hermana volvió a regañarme, nunca sus labios volvieron a besar.
El cadáver y su rostro fueron tapados por una mano inexperta pero piadosa que me apartó del lugar con un abrazo del que fui totalmente sumiso.
Desapareció y fue encontrada muerta diez días después en el lodo de un pantano; fue reconocida por mi madre y a partir de ese día mi esperanza murió, mi faro apagó su luz para no alumbrar más mi camino, mi barco encalló, mi hermana me dejó solo en la penumbra de mi destino.
Abrí los ojos en la oscuridad que me envolvía, y por fin pude volver a ver. Ví una silueta que se dibujaba ante mí y que poco a poco se definía, que poco a poco identificaba. Era la primera vez en veinte años que volvía a verla,entre la bruma de mi percepción, entre un aura de irrealidad que pronto se desvanecería; y entre lo difuso se me aparecía sonriéndome y, de nuevo, viva; mi corazón se llenó de emoción mientras que mis ojos engañaban a mis sentidos. En aquel metro del infierno estaba ella pero no como la pude ver durante un segundo, realmente ante mi se encontraba lo que recordaba como su cadáver, con la piel mortecina e hinchada, los ojos vacíos como dos grandes cuencas, como bocas que se abren hacia el interior de la tierra. Los pasos que me persiguieron a través de la oscuridad pertenecían a ella y allí se encontraba, frente a mi, muerta, hinchada, sin ojos, sin vida.
"Fin de trayecto: Calle Revelación" emitió la voz metálica. Mientras, la luz volvía a penetrar en el el tren, el cual hacía su única parada en estación.
Cuando el metro paró, lo que era una macabra parodia de Beatriz acarició mi pelo y desapareció. Un susurro cerca de mi oido dijo:
"El tren ha parado, tu destino no lo hará. Sé la profecía que nunca duerme, sé todo lo que no fuiste para no dejar de existir...".
En ese momento las puertas se abrieron y salí del tren para entrar en una estación que nunca antes ví, y que nunca más vería...

2 comentarios:

  1. qué emocinante!! esto está mejor que perdidos jajajaja, ¡¡queremos más!!

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  2. Jooooder. Tío, este capítulo es el mejor de todos. Genial. Será cosa mía pero me recuerda mucho a Edgard Allan Poe. El nombre de Beatriz, la descripción de la hermana, ese insinuado sentimiento incestuoso...Me gusta, me gusta. Y la música es muy apropiada. Consigue transmitir el mal rollo.

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